miércoles, septiembre 14, 2016

Aventuras de un Uber Conductor 2/2: La Teibolera y la Energúmena

Después de mi estresante experiencia como chofer de lujo de un par de jovencitos, esa noche me llegó un correo de Uber en el que me notificaba "cuidado, tu calificación ha ido bajando...", seguida por el ofrecimiento de tomar un videocurso que me daría excelentes consejos para subir mi calificación y una velada amenaza de que si ésta continuaba bajando me suspenderían/cancelarían mi permiso para trabajar como socio/conductor.
Me dio un coraje... que ni pude dormir bien. Concluí que, debido a que realizo tan pocos viajes, una o dos calificaciones malas me pueden afectar muchísimo, lo cual no sucedería si trabajara muchas horas todos los días de la semana. Pero ese no es mi trabajo principal...
Además, desafortunadamente los usuarios te pueden calificar mal por cualquier cosa, tanto por cuestiones válidas como por cosas que están fuera de tu control: el calor, el tráfico, las calles llenas de baches, etc.
Y a mí que me disgusta tanto que me califiquen mal, sobre todo si lo considero injusto.... de modo que decidí que al día siguiente trabajaría más horas y sería súper amable y conduciría mejor que nunca... todo para subir mi calificación.
El primer cliente fue un joven diseñador muy agradable, que se veía que se había levantado muy contento y con mucho entusiasmo, conversamos animadamente y al final del recorrido al centro de la ciudad hasta me regaló espontáneamente su periódico.
Apenas me había estacionado cuando sonó el teléfono indicando que había una nueva solicitud de servicio de "Juana", a unas pocas cuadras de ahí. Pues "Juana" resultó ser una teibolera de unos 30 años, con un microvestido que se le subió a la altura del ombligo cuando se sentó en el asiento posterior, mostrando sin ningún pudor los calzones. Junto con ella venía un joven que más tarde comentó que acababa de terminar la secundaria, desaliñado y con apariencia de pandillero, ambos se veían borrachos, drogados, desvelados...
Otra vez pensé que estos individuos no son el tipo de pasajeros que deseo atender, pero les hice la pregunta que sugería el genial videocurso de Uber, para determinar mediante la respuesta si los pasajeros deseaban platicar o permanecer en silencio: "¿Qué tal su día, cómo están?".
"Bien enfiestados", contestó la mujer. "Ah, ¿terminó muy tarde la fiesta", pregunté, a lo que me contestó que no había terminado...  que sólo quería que la llevara a un domicilio para cambiarse de ropa y que la trajera de regreso al centro.
Los conduje a un barrio no muy recomendable pero afortunadamente no tan alejado del Centro, esperé unos minutos afuera de una casa a punto de caerse y los llevé de regreso. En el trayecto venían platicando animadamente, pero luego se hizo un silencio... pude escuchar perfectamente que se estaban besuqueando. Y la cínica mujer me dijo: "ay señor, a las mujeres de más de 30 nos empiezan a buscar puros jovencitos como éste... lo que quieren es aprender para cogerse bien a sus noviecitas...." Sin comentarios.
El siguiente pasajero fue un joven capitalino a quien conduje al aeropuerto; profesionista, educado, buen conversador.
Hubiera sido ideal conseguir otro pasajero del aeropuerto al Centro de la ciudad, pero este privilegio lo reserva Uber a los conductores que pagan una cuota mensual extra. Así que conduje de regreso a la Ciudad. Poco más adelante me tocó atender un servicio Uber pool: primero un par niños de secundaria (¿Tendrían tarjeta de crédito? ¡Claro que no!) y unas cuadras más adelante una mujer. Con los niños no hubo problema, iban ahí cerca, a comer pollo Church's.
Pero la mujer.... desde que la vi me di cuenta de que estaba enfurecida. Siguiendo otro consejo del videocurso, la saludé y bajé del vehículo para ofrecerle colocar una sucia maleta rosa en la cajuela. Le ofrecí cambiar de estación al radio, ajustar la temperatura del aire acondicionado, si tenía alguna ruta preferida (videoconsejos)... pero ella apenas me hacía caso, permanecía volteando hacia otro lado y me dijo que simplemente condujera derecho y rápido porque tenía mucha prisa. Apenas pude contenerme para preguntarle, "Grandísima puta, si tienes tanta prisa, ¿por qué pides servicio Uber pool?".
Llegamos a una colonia pobretona, pero eso sí, con un guardia en la entrada, vestido con un sucio y deteriorado uniforme. Después de ver mi identificación me dejó pasar, lo bueno es que apenas a dos cuadras llegamos al domicilio de la energúmena, quien se bajó del carro sin dar las gracias y aventando la puerta. ¡Puta y mil veces puta!
Inmediatamente después pasé afuera de una escuela para recoger a una mujer, de apariencia sencilla pero sumamente educada y agradable, que traía a dos hijos. Ofrecí colocar sus maletas en la cajuela (ahora los niños usan maletas con rueditas para cargar sus libros y cuadernos) y al abrir ésta me di cuenta con horror que la energúmena había olvidado su sucia maleta rosa...
Me concentré en el recorrido, pensando cómo haría para devolverla. Mientras, los hijos de esta amable señora iban inquietos y bajaban y subían las ventanillas del coche, hasta que pude ponerle el seguro. Esa noche, ya en casa, me daría cuenta de que además de jugar con las ventanillas me dejaron la alfombra y los asientos pisoteados y sucios.
En fin, al concluir el servicio desactivé la aplicación para dirigirme nuevamente a la exclusiva colonia de la energúmena a entregarle su maleta. Ya no se veía tan furiosa, y aunque no me agradeció que le hubiera ido a devolver la maleta, sí me pidió que la llevara de regreso, esta vez acompañada de su pequeña hija. Ni hablar, trabajo es trabajo.
Después de ahí, otra mamá con su hijo me pidió llevarla a una lejana, lejana colonia... después conduje ahora sí de regreso a la Ciudad y atendí a un profesionista afuera de un parque industrial, que me solicitó pasar por su esposa a una colonia cercana para después conducirlos a un centro comercial. Cuando se apearon, gustosamente desactivé la aplicación. Suficientes emociones para un solo día.

En conclusión, definitivamente, tal como lo vi venir, el segmento de pasajeros al que ahora va dirigido el servicio Uber descendió brutalmente después de aceptar pagos con efectivo y de introducir el servicio de Uber pool. Ciertas personas me han dicho que bajaron sus tarifas a propósito en venganza por la guerra que le hicieron los taxistas, comentan que incluso ahora están por debajo de las que ofrecen los taxis verdes regulares... y pensándolo bien, con el tipo de sujetos que me tocó atender ese día, no lo dudo ni tantito. Tal parece que lo que empezó como un servicio exclusivo y de calidad, ahora es simplemente CHAFA y busca atraer clientela CHAFA.

2 comentarios:

  1. Hola, Tino
    A very interesting post from the perspective of the driver. I have never used Uber. Even in Mexico City, where memories still persist of the bad old days when travel by taxi was dangerous, I usually hail a taxi on the street. (Of course I do check to see that the proper identification is posted on the window, and that the photo matches the person who is driving.) A few years back I was visiting the city after my friend Alejandro had surgery. Each day I would take a taxi from my hotel near Reforma to Alejandro's home in an obscure "colonia" between the airport and the Basilica. I never had a problem, and most of the time I had very interesting conversations with the driver. Even though tipping is not expected in Mexico, I always tipped them as I would in the U.S. simply because they made the long drive in traffic so pleasant.
    From your description it sounds like Uber has devolved from a special service into just another means of transportation, all in pursuit of the almighty dollar (peso).
    Saludos,
    Bill

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    1. Exactly, Bill, Uber started operations in Mexico with an ad campaigh that emphasized brand new cars, well-dressed drivers, and fashionable, professional, smiling riders. Between the lines, one could guess that it was a luxurious, costly service. I confess that I bought that image. You know, I'm not a driver but a translator with very high workloads, and the idea of escaping the type-type-type routine driving professinal, well-dressed, educated, and smiling riders around the city attracted me a lot. In the beginning, this was more or less true -- at the end of my shift I would check the inside of my car and I could hardly notice any signs of the riders. But this greedy company lowered the rates, accepted cash, and introduced the pool service -- the exact recipe to bring their service to the lowest level. That's not what they offered in the beginning, so... hasta la vista, baby.

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